Amaos como yo os he amado

Amaos como yo os he amado

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Hoy la liturgia de la Palabra puede quemarnos la rutina y abrirnos a lo nuevo.


No sé si a ti te ocurre, pero a mí sí: a fuerza de repetir el mandato de Jesús en reuniones de grupo, homilías, canciones… se endurece el alma y se queda en letanía que puede llevarse el viento. Es como si de tan sabido perdiera frescura, novedad.

Hoy la liturgia de la Palabra puede quemarnos la rutina y abrirnos a lo nuevo: «Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva»… «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jesús).

Las primeras comunidades cristianas eran con su vida anuncio de un mundo nuevo, eran la nueva Jerusalem. ¿Podemos decir lo mismo de nuestra parroquia? Solo podemos ser novedad si cultivamos la experiencia de ser amados por Dios en el fondo de nuestros corazones. Estamos rodeados de personas que viven deprisa, que no tienen tiempo para contemplar las maravillas que les rodean, que se mueven por sensaciones; este ambiente puede apagar la novedad de la fe en nosotros… Pero si caemos en cuenta de la presencia amorosa y silenciosa de Dios, sembraremos su caridad y misericordia en esta sociedad inhóspita para trasformarla en un anticipo del Reino de Dios -del Cielo, que decían nuestros mayores-.

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El testigo del amor de Dios y de su Reino está marcado por su Espíritu; su vida es entrega comprensiva con el débil, amando, como Cristo, al Padre y al prójimo. El testigo de este amor lleva la marca de la cruz: abierto el corazón a Dios-Trinidad y extendidos los brazos a los hermanos. «Ahora hago el universo nuevo».

Hoy la palabra nos urge a poner amor en todo, «es la señal por la que conocerán que sóis discípulos míos»; sin amor la Nueva Evangelización será adoctrinamiento, no Evangelio. El amor nos urge a la misión por instaurar la justicia, el derecho a la vida, el compromiso contra el hambre y la incultura, el desarme de la palabra y el corazón para que sea posible la paz.

Ya sé que hay negocios de armas, bombas atómicas y de racimo… en tiempos de Jesús dominaban las legiones romanas y Él fue pacífico y pacificador hasta dar la vida. ¿Conoces un camino distinto al de Jesús para que surjan «los cielos nuevos y la tierra nueva?».

Jaime Aceña Cuadrado cmf