Mientras los bendecía… fue llevado al Cielo

Mientras los bendecía… fue llevado al Cielo

11-ascensic3b3n.jpg

Si Jesús, que es nuestra Cabeza, asciende a los cielos, nos marca el destino a todos los miembros de su Cuerpo.


En los grupos de adolescentes, cuando se plantean la Confirmación, surge la añoranza de Jesús, el deseo de «ver y estar» con Jesús, de participar en alguna reunión con Él, de tomar algo con Él. Es un momento complicado porque, como los Apóstoles en este día de la Ascensión, deben llegar a experimentar más la cercanía de Jesús que su ausencia.

Tres son los mensajes que pueden ayudarnos a aceptar esta cercanía nueva de Jesús, que «ascendió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre»:

1.- No olvidemos su despedida en la última Cena: Su unión con el Padre le lleva a encarnarse, a pasar haciendo el bien, a lavar los pies, a ser modelo de amor y de servicio, a enseñarnos a intimar con el Padre en la oración… «Me voy y vuelvo a vuestro lado; el Espíritu será quien os lo enseñe todo; vuestra tristeza se convertirá en gozo; el que me ama guardará mi palabra, el Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él». Sólo desde el corazón podemos entablar el diálogo leal con Jesús y experimentar que vive en nosotros.

2.- Jesús habla frecuentemente del Cielo en su vida pública: se presenta a sí mismo como «Pan del cielo»; une el Reino de Dios que se inicia aquí con el que va a llegar a plenitud en la casa del Padre: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo». Su Espíritu nos comunica la sabiduría: no tenemos morada permanente aquí; ahora vemos como en un espejo… en el Cielo «le veremos tal cual es».

3.- Si Jesús, que es nuestra Cabeza, asciende a los cielos, nos marca el destino a todos los miembros de su Cuerpo. Somos sus discípulos y estamos urgidos a seguirle; no podemos permanecer en la tristeza ni en la añoranza; levantar el corazón y ascender es perdonar, vencer un egoísmo, escuchar al que piensa y es distinto. Ascender es sentarse con Jesús y los hermanos a la mesa del Pan de Vida. Ascender es no depender del dinero sino de la Providencia. Ascender es curar a los enfermos, ayudar al parado, comprometerse con la causa de la justicia. Ascender es contagiar la fe con alegría y dar a conocer a Jesús.

Que no vivamos paralizados «mirando al cielo» sino arremangados y apasionados construyendo el Reino, dóciles al Espíritu.

Jaime Aceña Cuadrado, cmf.

11-ascensic3b3n.jpg