¡Poneos en camino!
La palabra de Dios no es indiferente cuando llega, sino provocativa: ¿soy luz o tiniebla?
La palabra de Dios no es indiferente cuando llega, sino provocativa: ¿soy luz o tiniebla?
Jesús vive tanto la urgencia del Reino de Dios que si uno se decide a emprender el camino, no puede volver la mirada atrás.
Respondemos a la pregunta que nos hace Jesús si hacemos del prójimo la expresión de nuestro amor a Dios; si la fe sacude la indiferencia, nos hace acogedores y derriba los muros que nos separan y enfrentan.
No han salvado a la mujer ni el dinero, ni el poder, ni las influencias, ni la belleza femenina… le salva la fe que lleva al amor arrepentido: perfuma, llora, seca con sus cabellos; la mujer le ama y entra en la comunidad de Jesús.
Jesús es la Palabra que resucita, que devuelve la vida si la hemos perdido. Lo hace siempre que le dejamos acercarse a nuestro dolor si confiamos en Él.
Adoramos la Eucaristía porque es el sacramento de la Fe, memorial de la Pasión, banquete de unidad que anticipa el Reino de Dios y la vida Eterna.
Dios Padre en ti protegiéndote, regalándote. Dios Hijo en ti, amigo, maestro, médico, alimento. Dios Espíritu Santo en ti, enamorándote para que seas testigo de esta fuente de vida que es la Trinidad.
Ya nadie nos podrá callar ni quitar la alegría
Si Jesús, que es nuestra Cabeza, asciende a los cielos, nos marca el destino a todos los miembros de su Cuerpo.
O dejamos que Jesús resucitado nos cambie el corazón o será otra Pascua perdida.
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